
G. VERDI 'SEMANA SANTA'- TEATRO CERVANTES

G. VERDI 'SEMANA SANTA'- TEATRO CERVANTES
Entre las óperas Aida y Otello, estrenada ésta en 1887, transcurrieron dieciséis años en los que Giuseppe Verdi sólo compuso la Messa da requiem en 1874 para honrar al escritor Alessandro Manzoni, máxima figura literaria del "ottocento" italiano, fallecido un año antes, por quien el compositor sentía absoluta veneración. De inmediato le surgió la idea de iniciar la composición de una misa de difuntos para ser estrenada en el primer aniversario de la muerte del insigne novelista.
La obra está dividida en siete partes siguiendo el texto en latín habitual de la liturgia eucarística católica que, por su mistérico contenido, permite que Verdi alcance una simbología muy significativa a la vez que austera. Desde el punto del efecto espiritual, el estilo musical da un impulso decisivo hacia la entonación naturalista del canto, la desaparición de la melodía estrófica y las frecuentes simetrías musicales que hubiesen sido difíciles de eliminar en una ópera.
Se dice que el famoso director de orquesta Hans von Bülow consideraba la Messa da requiem como la última ópera de Verdi vestida de ropaje eclesiástico, opinión que de alguna manera se sigue manteniendo en algunos círculos musicológicos. Es cierto que existen elementos operísticos en la obra: sería extraño no encontrarlos en uno de los compositores más grandes de la historia del teatro lírico. Así, el estilo vocal de los solistas de este réquiem se puede comparar con el de los personajes del repertorio operístico verdiano, de manera significativa en la soprano y mezzosoprano, que claramente recuerda el que tiene la voz de personajes como Aida y Amneris.