
Una habitación propia

Una escritora da una conferencia ante unas jóvenes estudiantes, en 1928. Sus palabras, irónicas y afiladas, son el relato vivo de un descubrimiento: para dedicarse a la literatura, una mujer necesita dinero y una habitación propia. Sólo hace nueve años que se le ha concedido el voto a la mujer.
“…Hay que ser un hombre femenino o una mujer masculina. Tener una mente andrógina que transmita emociones sin impedimento. Creativa, incandescente, indivisa… como la de Shakespeare.”
“…Y se produjo la mayor liberación de todas, que es la libertad de pensar en las cosas tal como son.”
“Es extraño: la historia de la oposición masculina a la emancipación de las mujeres quizás sea más reveladora que la propia historia de la emancipación.”
“Una mujer, en cualquier tiempo anterior a nosotras, habría necesitado un valor extraordinario para resistir el ataque del desprecio, la censura y las recompensas prometidas. Tener algo de incendiaria para decirse: no podéis apoderaros también de la literatura. La literatura está abierta a todos….”
“…No hay verja, ni cerradura, ni candado que puedas imponer a mi libertad de pensamiento.”
Virginia Woolf, Una habitación propia