La última y nos vamos
Antoña y MayCarmen viven sin poder dormir. Pasan horas haciendo tareas de casa, estresadas y pegadas al móvil.
Intentan ser buenas madres, buenas trabajadoras, buenas esposas, en definitiva: “mujeres perfectas”. Su ansiedad aumenta cuando no son productivas todo el tiempo y las quejas hacia sus maridos son constantes porque “ellos si que duermen a gusto” o al menos lo parece.
Después de un día agotador y un par de orfidales deciden salir al Bar de Pepe a combatir el insomnio y disfrutar de la libertad como en los viejos tiempos.
Maicarmen cuenta a Antoña que su marido le ha dicho que quiere ir al psicólogo. Éste será el detonante para para plantearse las diferencias entre hombres y mujeres y asumir que por mucho que ellas quieran, sus maridos no van a cambiar. Y ellas tampoco.
Antoña y Maycarmen deciden que lo más sensato es dejar de quejarse y culpar a otros de la situación para aprender a amar las diferencias e intentar construir un mundo mas feliz.
Porque, quizás en eso consiste la felicidad. O no...